La Biblia RVP, Hechos de los Apóstoles, Capítulo 16. is available here: https://www.bible.promo/chapters.php?id=11034&pid=46&tid=2&bid=28
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BIBLE VERSIONS / La Biblia RVP / El Nuevo Testamento / Hechos de los Apóstoles

La Biblia RVP - Reina-Valera Purificada

Juan Hechos de los Apóstoles Romanos

Capítulo 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28

1 Y VINO hasta Derbe, y Listra; y, he aquí, estaba allí cierto discípulo, llamado Timoteo, hijo de una mujer Judía creyente, mas su padre era Griego.

2 De éste daban buen testimonio los hermanos que estaban en Listra y en Iconio.

3 Este quiso Pablo que fuese con él; y tomándole, le circuncidó, por causa de los Judíos que estaban en aquellos lugares; porque todos sabían que su padre era Griego.

4 Y como pasaban por las ciudades, les daban para que guardasen los decretos, que habían sido determinados por los apóstoles y los ancianos que estaban en Jerusalem.

5 Así que las iglesias eran confirmadas en la fe, y eran aumentadas en número cada día.

6 Y pasando a Phrygia, y a la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo predicar la palabra en Asia.

7 Y cuando vinieron a Misia, tentaron de ir a Bithinia, mas no se lo permitió el Espíritu.

8 Y pasando por Misia, descendieron a Troas.

9 Y se le apareció a Pablo de noche una visión: Un varón de Macedonia estaba en pie, rogándole, y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos.

10 Y cuando vio la visión, inmediatamente procuramos partir a Macedonia, dando por cierto que el Señor nos había llamado para que les predicásemos el evangelio.

11 Y partidos de Troas, vinimos camino derecho a Samotracia, y el día siguiente a Neápolis.

12 Y de allí a Filipos, que es la principal ciudad de aquella parte de Macedonia, y una colonia; y estuvimos en aquella ciudad ciertos días.

13 Y en el día del sábado salimos fuera de la ciudad, junto al río, donde solían hacer oración; y sentámonos, y hablamos a las mujeres que allí se habían congregado.

14 Y cierta mujer, llamada Lidia, que vendía púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, nos oyó: el corazón de la cual abrió el Señor, para que estuviese atenta a lo que Pablo decía.

15 Y cuando fue bautizada, y su casa, nos rogó, diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad; y nos constriñó.

16 Y aconteció, que yendo nosotros a la oración, una cierta muchacha que tenía espíritu de adivinación, nos salió al encuentro; la cual daba grandes ganancias a sus amos adivinando.

17 Esta, siguiendo a Pablo, y a nosotros, daba voces, diciendo: Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, los cuales nos enseñan el camino de salvación.

18 Y esto hacía por muchos días, mas desagradado Pablo se volvió, y dijo al espíritu: Te mando en el nombre de Jesu Cristo, que salgas de ella. Y salió en la misma hora.

19 Y viendo sus amos que había salido la esperanza de su ganancia, prendieron a Pablo y a Silas; y los arrastraron al foro, ante las autoridades.

20 Y presentándolos a los magistrados, dijeron: Estos hombres alborotan nuestra ciudad, siendo Judíos.

21 Y enseñan costumbres, las cuales no nos es lícito recibir ni guardar, siendo Romanos.

22 Y la multitud se levantó a una contra ellos; y los magistrados rompiéndoles sus ropas los mandaron azotar con varas.

23 Y después que los hubieron herido de muchos azotes, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con diligencia:

24 El cual, habiendo recibido tal mandamiento, los metió en la cárcel de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo.

25 Mas a media noche orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los que estaban presos los oían.

26 Entonces fue hecho de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se movían; e inmediatamente todas las puertas se abrieron; y las prisiones de todos se soltaron.

27 Y habiendo despertado el carcelero, viendo abiertas las puertas de la cárcel, sacando la espada se quería matar, pensando que los presos se habían huido.

28 Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal: que todos estamos aquí.

29 El entonces pidiendo una luz, entró de un salto, y temblando se derribó a los pies de Pablo y de Silas.

30 Y sacándolos fuera, les dijo: Señores, ¿Qué es lo que yo debo hacer para ser salvo?

31 Y ellos le dijeron: Cree en el Señor Jesu Cristo, y serás salvo tú, y tu casa.

32 Y le hablaron la palabra del Señor, y a todos los que estaban en su casa.

33 Y tomándolos él en aquella misma hora de la noche, les lavó los azotes; y fue bautizado inmediatamente él, y todos los suyos.

34 Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó, creyendo en Dios con toda su casa.

35 Y cuando fue de día, los magistrados enviaron los alguaciles, diciendo: Suelta a aquellos hombres.

36 Y el carcelero hizo saber estas palabras a Pablo: Los magistrados han enviado que seáis sueltos: así que ahora salid, e idos en paz.

37 Mas Pablo les dijo: Nos han azotado públicamente sin haber sido condenados, siendo nosotros hombres Romanos, y nos han echado en la cárcel; ¿y ahora nos echan fuera encubiertamente? No, por cierto; sino vengan ellos mismos, y nos saquen.

38 Y los alguaciles volvieron a decir a los magistrados estas palabras; y ellos oyendo que eran Romanos, tuvieron miedo.

39 Y viniendo les suplicaron, y sacándolos, les rogaron que se saliesen de la ciudad.

40 Entonces salidos de la cárcel, entraron en casa de Lidia, y habiendo visto a los hermanos, los consolaron, y se fueron.

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